lunes, 20 de abril de 2009

Invisibles, pero menos

Somos invisibles aunque estemos delante de sus narices. No nos citan por nuestro nombre y apellido, sino por la marca para la que trabajamos. Nos omiten tantas veces como nos imitan y antes de escribir la primera fase miran de reojo nuestro título. Apenas nos invitan a tertulias, pero repiten una y otra vez aquello que hemos contado veinticuatro horas antes. A veces una semana antes. Desayunan, meriendan y cenan con nuestro trabajo, pero nuestro menú no es de autor. Nos confuden -y a veces hacen que nosotros mismos nos confundamos- con la prensa escrita, con la digital, con todo aquello menos con lo que verdaderamente somos...Y es que somos como el aire que respiramos. Sin nosotros se sentirían como en un restaurante sin carta, como en un taxi sin ruedas.

Se empeñan en ponernos nombres a cuál más feo. Hablan de despachos, de servicios, de abonados, de agencieros. Como si el siglo XIX y los primeros cincuenta años del XX no hubieran transcurrido para nosotros. Y no saben definirnos, no saben ubicarnos, a veces tampoco saben valorarnos.

Pero ahí estamos. Ellos, los que no saben definirnos, trabajando cada vez más sospechosamente parecido a nosotros. Preocupados por la rapidez, cuando antes esas prisas eran cosas de los "agencieros". Era suya la patria de la reflexión, del me voy a comer y esta tarde escribo una obra de arte -eso sí, con nuestro teletipo no muy lejos del rabillo del ojo- Ahora es suya la patria de la incertidumbre. Suya y de todos. Todo gira veloz y es complejo. La información llega y sale. Todo fluye y es etéreo, fugaz, actualizable. La información ya no es un marco rígido, sino cambiante. Como la vida. Como el periodismo. Como siempre ha sido para nosotros, agencieros, carrileros, tribuletes del aquí te pillo y aquí te transmito.
Mira por donde que llegó internet y la razón ha empezado a jugar de nuestra parte.

Ya tiene su foto

Mascota en la Casa Blanca
Ya tiene su foto. Si en los sesenta todavía estaba bien exponer a los menores en la Sala Oval -quién no recuerda el rostro del malogrado John John bajo el escritorio presidencial- en el siglo XXI lo políticamente correcto es enseñar a tu perro. Bueno, en realidad lo correcto es enseñar cómo te encuentras en plena forma corriendo con tu perro por los pasillos de la Casa Blanca. Obama ya tiene su foto... Y su perro. Se llama Bob y es un perro de agua. Dinamismo, frescura, originalidad. Un estilo para este tiempo: pesado, gris, temeroso.
Información relacionada:


http://www.elpais.com/articulo/gente/Obama/tienen/perro/elpepugen/20090412elpepuage_2/Tes

Teletip@os (Teletipo nómada)

Porque busqué por ahí un blog que sólo hablara de agencias de notícias.



teletipeando

Explicar historias complejas con fórmulas sencillas. Escribir menos sin dejar de explicar más. Calidad = credibilidad