viernes, 28 de octubre de 2016

El mérito de no ser noticia

Las agencias de noticias solamente somos noticia cuando nos equivocamos. No somos populares, apenas salimos en las tertulias y casi nunca nos llaman a participar en encuentros y congresos sobre periodismo.

Sin embargo en torno al 80% de la información que circula por el sistema informativo y de redes sociales se produce desde una agencia de noticias. Sólo hay que pararse cinco minutos y hacer una comprobación práctica abriendo un medio digital o echando una mirada a twitter para corroborarlo.

Es curioso, pues, que las agencias y sus periodistas, los "agencieros" apenas tengan foros para expresar su punto de vista sobre la vorágine de cambios y de retos a los que se enfrenta el periodismo. En un mundo de listas, muchas veces no saben dónde clasificarnos en la tipología de medios de comunicación. Ni siquiera entramos en las listas de "viejos" y "nuevos" medios. Simplemente no existimos mediáticamente. Supongo que algo parecido sucede con el oxígeno. No reparas en él hasta que no puedes respirar.

El drama de las agencias es a la vez la medida de su valor. Sólo somos noticia cuando cometemos un error, o cuando alguien ha dicho que no ha dicho lo que aparentemente dijo y entonces todo el mundo se gira y nos señala con el dedo.

Y ahí estamos. No podemos borrar de los archivos la notícia. No podemos sobreescribirla y enviar la versión anterior al cementerio del ciberespacio. Nada de eso. Si te equivocas toca repetir, y por si fuera propio -somos empresas con vocación de servicio- hay que poner en letras bien grandes y visibles la palabra "corrección".

Pero decía que en este drama reside también el valor de las agencias. Somos noticia muy pocas veces, y eso demuestra que, en una selva informativa cargada de verdades, media verdades, sobreentendidos y pseudonoticias, las agencias siguen ahí, peleando por causas ¿perdidas? con banderas antiguas: la de los datos, las  fuentes...

Y ahí seguimos, empeñados en una misión casi romántica de preservar lo más que podamos de las viejas reglas de este viejo oficio: el qué, el quién, el cuándo, el porqué, el cómo... viejas herramientas para explicar un futuro que aún no ha nacido en un mundo que no acaba de morir.

Después de todo, internet es una nueva tecnología, no tiene por qué ser una religión. Y la grandeza del periodismo, y probablemente una de sus oportunidades para mantenerse vivo, reside simplemente en un detalle muy simple: contar lo que pasa. No lo que uno quiere que pase, ni lo que todos quieren oír, ni siquiera lo que uno piensa que va a pasar. Demos al ciudadano los hechos, a los economistas los datos, a los historiadores los contextos, a los medios de comunicación noticias fiables, contrastadas y equilibradas. Probablemente así seguiremos siendo útiles.

Para dar golpes de efecto, generar clicks, atraer tráfico y cazar tendencias ya hay otros que lo hacen mejor. Pueden llamarse comunicadores, community managers, coolhunters o youtubers. Pero en ese negocio quizás algún día haya un robot que les supere con creces, a menos coste y sin necesidad de tratar con sus agentes. 

Mientras tanto, lejos de los focos, las tertulias y con poco tiempo porque hay que ir tomando decisiones a cada minuto, el periodismo de agencia de noticias se dedica a hacer y contar. Quizás no sepa hacer otras cosas, pero en lo suyo -contar notícias- aún no se ha inventado nada mejor.

domingo, 16 de octubre de 2016

Dos razones por las que creo –y necesito- comprar periódicos



Ya hace tiempo que cuando alguien se cruza con uno de los nuestros lo primero que te preguntan es: ¿Crees que desaparecerán los diarios de papel?


A base de fabricar respuestas más o menos improvisadas en los últimos ocho años, he llegado a sintetizar dos razones –seguro que hay muchas más- por las que creo que los periódicos no sólo tienen asegurada su existencia por una generación –la de quienes aprendimos periodismo leyendo en papel- sino que seguirán ahí por mucho tiempo, quizás no tanto por méritos propios como por deméritos del periodismo digital.


¿Deméritos del periodismo digital? Bueno, digamos que las circunstancias socioeconómicas no ayudan, pero eso lo explica mejor Ernesto Hernández Busto en un artículo publicado recientemente en El País con el título “El periodismo fantasma”.http://elpais.com/elpais/2016/09/16/opinion/1474035906_009562.html


Pero aún a riesgo de que me acusen de periodista vintage, aquí tienes mis dos razones para seguir creyendo (y lo más importante, necesitando) los periódicos en papel.


1-El diario de papel es todavía el mejor organizador de noticias que conozco. Un periódico jerarquiza y organiza la información de manera que te permite, en un vistazo, comprender el latido de fondo de las cosas que pasan en el mundo. Cuando busco lo mismo en un diario digital veo muchos titulares bailando ante mis ojos como si fuera una caja de bombones en la que cada pieza compite por el color más brillante. Además, ese mosaico digital está lleno de ladrones de tiempo que, indefectiblemente, atraen mi mirada en la misma medida que me nublan el conocimiento:  el último posado de la celebridad –o el celebridad- en una playa de las Bahamas, la última frase más o menos estructurada del concursante del concurso de turno, el último truco para comer suchi con elegancia, la boa contrictor que aparece del fondo de la taza del wáter…. Exactamente, las noticias con más clicks del barrio y que –somos humanos- acaban en más de una ocasión venciendo mi curiosidad y alejándome de mi propósito incicial, ese que busco en un periódico: ver qué está pasando de verdad importante en el mundo.

 

2-Pero la incapacidad –al menos por mi parte- de visionar la realidad –digo realidad, no actualidad- en un diario digital sin caer en mil laberintos y reclamos que distraen mi atención no es exactamente lo que más me lleva a considerar aún necesario que existan diarios de papel. Esta cuestión puede y seguramente será subsanada a medida que el periodismo digital retome su sentido profesional y sepa aislarse y discriminar el tumultuoso ruido de las redes sociales.


Lo que más me preocupa es algo más sutil y que sí creo que está desvirtuando el sentido más noble del periodismo: informar y trasladar a sus lectores una visión plural, equilibrada y democrática de los hechos que conforman la realidad. Concretando: cuando uno busca en el mosaico digital artículos de opinión, tiende –repito, somos humanos- a pinchar aquellos articulistas que, de una forma u otra, reafirman tus propias convicciones. ¿Ves como tengo razón?  Y no cabe duda que el hecho de que alguien con nombre, apellidos y tribuna mediática te conceda la razón crea una agradable adicción…. 


Pero también tu mirada se hace más pequeña, tu visión más estrecha y tu baremo personal de  calidad democrática un poquito más pobre. Al menos los periódicos –los periódicos bien hechos- te ofrecen –ya lo sé, cada día menos- visiones contrapuestas sobre un mismo tema, artículos que no comparten la línea editorial y que, aunque parezca contradictorio, no trasladan al lector más confusión, sino un punto de vista diferente, una ventana abierta que te invita a ponerte en la mirada del otro. No me diréis que eso no contribuye a ir ganando, pasito a pasito, página a página, un poco más de calidad democrática en el mundo.


Hoy por hoy –y es un reto de los periodistas revertir esta situación- los clicks son como aquellas pedradas sin sentido que arrojamos al río para generar más ondas y que de vez en cuando le golpean a alguien en plena cabeza. Con un papel aún podemos construir barcos que se adentran a navegar, a explorar y a descubrir siempre algún detalle nuevo cuando las aguas dejan de removerse y vuelven a ser transparentes.

 




miércoles, 5 de octubre de 2016

"Terminators" del periodismo

Sí, Terminators, pero en son de paz. Resulta que los periodistas de agencias de noticias veníamos del futuro. Toda la vida pensando que ser periodista de agencia era algo gris, poco lucido –no firmábamos, no brillábamos en las tertulias- e incluso un punto anacrónicos respecto a nuestros colegas de prensa, radio y televisión... Y resulta que éramos los más modernos. Vamos, como el Terminator que llegaba a la tierra para decirnos que venía del futuro.

Y es que, cuando no existía internet, los periodistas de agencia ya trabajábamos, razonábamos y actuábamos en tiempo internet. 24x360 versión boli y libreta. Y creed que tenía mérito eso de ser rápidos e instantáneos en un país de cabinas telefónicas, sin teléfonos inteligentes para llamar en cualquier momento a una fuente o que te llamaran para avisarte de una noticia o consultar Google.

Los agencieros íbamos a cubrir informaciones e, inmediatamente recogidos los datos –sí, he dicho datos- dedicábamos un minuto a repasar las notas, elegir un titular, escribir la noticia y transmitirla. Jugábamos sin red, sin ninguna referencia anterior. No podíamos goglear por dónde había tirado la competencia, o qué se estaba diciendo ya al respecto por twitter. Había que tirar el penalti sí o sí, y entre los tres palos. 

A diferencia de ahora, aquella noticia no viajaba inmediatamente al público, sino que salía escupida por unas máquinas llamadas teletipos que llegaban a las redacciones para ser reelaboradas por los colegas de la prensa escrita, que al día siguiente reproducían –o no- el crédito de la agencia.

Éramos terminators del periodismo y veníamos del futuro, porque ya entonces nos hacíamos muchas preguntas. Y, ciertamente, esas preguntas resultaban inquietantes. Teníamos muchos interrogantes que hoy día están al cabo de la calle en el periodismo. Preguntas sin respuesta, que apenas nos atrevíamos a compartir con nadie –teníamos complejo de raros, no vendíamos vajillas con el producto y aún no se había inventado el blog para divagar en vivo y en directo- 

Eran cuestiones como ¿debemos dar prioridad a la rapidez o a la exactitud? ¿una información debe tener al menos dos fuentes que la corroboren? ¿Y si mi titular, lastrado por la limitación de espacio, peca de impreciso o tiende al equívoco?

¿Os suenan estas preguntas? Pues en eso estábamos ya  hace quince o veinte años. Con el añadido de que las informaciones de agencia erróneas no pueden eliminarse del sistema. Ni siquiera hoy, que en internet se corta, se pega se elimina y, ¡voilà! He aquí otro titular. En una agencia si te equivocas de verdad se corrige, y punto. Y no corrige el periodista, sino la marca entera; es decir, cuando te equivocas tú estás comprometiendo la reputación del resto de tus compañeros. Poca broma si tienes la desgracia, la impericia o la mala suerte de equivocarte varias veces en poco tiempo.

Ahora todos chutamos el penalti, que no es lo mismo que echar balones fuera, porque a menudo confundimos llegar el primero con ser los primeros en informar. Y en cuanto a los titulares no hay debate posible, en la era digital hay que elegir las palabras que generen más click, no las que generen más información.   


Y toda la vida pensando que ser periodista de agencia era rutinario y funcionarial y resulta que ya estábamos haciendo la revolución de internet cuando el creador de twitter gateaba en pañales. Y como todos los revolucionarios avanzábamos a ciegas, pero sin detenernos a pensar demasiado. 

Porque el periodismo se hace, no se corta, ni se pega. Y consiste en explicar lo que pasa, y no lo que uno quiere que pase....

Aunque vengamos del futuro

Teletip@os (Teletipo nómada)

Porque busqué por ahí un blog que sólo hablara de agencias de notícias.



teletipeando

Explicar historias complejas con fórmulas sencillas. Escribir menos sin dejar de explicar más. Calidad = credibilidad