Sí, Terminators, pero en son de paz. Resulta que los
periodistas de agencias de noticias veníamos del futuro. Toda la vida pensando
que ser periodista de agencia era algo gris, poco lucido –no firmábamos, no brillábamos
en las tertulias- e incluso un punto anacrónicos respecto a nuestros colegas de
prensa, radio y televisión... Y resulta que éramos los más modernos. Vamos, como
el Terminator que llegaba a la tierra para decirnos que venía del futuro.
Y es que, cuando no existía internet, los periodistas de
agencia ya trabajábamos, razonábamos y actuábamos en tiempo internet. 24x360 versión boli y libreta. Y creed que tenía mérito eso de ser rápidos e instantáneos
en un país de cabinas telefónicas, sin teléfonos inteligentes para llamar en
cualquier momento a una fuente o que te llamaran para avisarte de una noticia o consultar Google.
Los agencieros íbamos a cubrir informaciones e,
inmediatamente recogidos los datos –sí, he dicho datos-
dedicábamos un minuto a repasar las notas, elegir un titular, escribir la
noticia y transmitirla. Jugábamos sin red, sin ninguna referencia anterior. No
podíamos goglear por dónde había tirado la competencia, o qué se estaba
diciendo ya al respecto por twitter. Había que tirar el penalti sí o sí, y entre los tres palos.
A
diferencia de ahora, aquella noticia no viajaba inmediatamente al público, sino
que salía escupida por unas máquinas llamadas teletipos que llegaban a las
redacciones para ser reelaboradas por los colegas de la prensa escrita, que al
día siguiente reproducían –o no- el crédito de la agencia.
Éramos terminators del periodismo y veníamos del futuro, porque ya entonces nos
hacíamos muchas preguntas. Y, ciertamente, esas preguntas resultaban inquietantes. Teníamos muchos
interrogantes que hoy día están al cabo de la calle en el periodismo. Preguntas sin respuesta, que apenas nos atrevíamos a compartir con nadie
–teníamos complejo de raros, no vendíamos vajillas con el producto y aún no se
había inventado el blog para divagar en vivo y en directo-
Eran cuestiones como ¿debemos dar prioridad a la
rapidez o a la exactitud? ¿una información debe tener al menos dos fuentes que
la corroboren? ¿Y si mi titular, lastrado por la limitación de espacio, peca de
impreciso o tiende al equívoco?
¿Os suenan estas preguntas? Pues en eso estábamos ya hace quince o veinte años. Con el añadido de
que las informaciones de agencia erróneas no pueden eliminarse del sistema. Ni
siquiera hoy, que en internet se corta, se pega se elimina y, ¡voilà! He aquí
otro titular. En una agencia si te equivocas de verdad se corrige, y punto. Y
no corrige el periodista, sino la marca entera; es decir, cuando te equivocas
tú estás comprometiendo la reputación del resto de tus compañeros. Poca broma
si tienes la desgracia, la impericia o la mala suerte de equivocarte varias veces en poco tiempo.
Ahora todos chutamos el penalti, que no es lo mismo que
echar balones fuera, porque a menudo confundimos llegar el primero con ser los
primeros en informar. Y en cuanto a los titulares no hay debate posible, en la era digital hay
que elegir las palabras que generen más click, no las que generen más información.
Y toda la vida pensando que ser periodista de agencia era
rutinario y funcionarial y resulta que ya estábamos haciendo la revolución de
internet cuando el creador de twitter gateaba en pañales. Y como todos los
revolucionarios avanzábamos a ciegas, pero sin detenernos a pensar demasiado.
Porque el periodismo se hace, no se corta, ni se pega. Y consiste en explicar lo que
pasa, y no lo que uno quiere que pase....
Aunque vengamos del futuro
No hay comentarios:
Publicar un comentario