¿Es lo mismo dar una entrevista que someterse a una
entrevista? En mi opinión no. Algunos –no sólo políticos, también empresarios,
escritores, actores- confunden dar una entrevista con “colocar” su mensaje. Es
legítimo, e incluso cómodo para el periodista –sólo tienes que poner el micro, cazar
el corte de voz y añadir comillas- pero, con todos los respetos, eso no es una
entrevista.
Someterse a una entrevista significa que el resultado final
puede ser distinto al mensaje que se quiere colocar. Una entrevista es una
conversación plagada de interrogantes, por eso su resultado suele ser una frase
no prevista, una reflexión a contratiempo, una fugaz idea en medio de tanto
soliloquio.
Por eso quienes tienen muy claro su mensaje prefieren dar
sus respuestas antes que responder a las preguntas.
En el periodismo de hoy observo más entrevistas con mensaje
colocado que entrevistas con noticia ganadas a pulso por el periodista. Hay una
cierta derrota del periodista cuando el mensaje preconcebido del entrevistado
se impone sobre todas tus preguntas. Probablemente es que tus preguntas no han
sido buenas, pero también puede ser que el entrevistado –y especialmente su
equipo de comunicación- ha surfeado sobre ellas para dejar el único
mensaje que quería depositar en la orilla.
Pasa a menudo. Normalmente nueve de cada diez veces. Y nueve
de cada diez veces que triunfa la excepción el entrevistado lanza una enmienda
a la totalidad sobre la entrevista. “Yo no dije exactamente eso”. Naturalmente,
uno nunca dice exactamente lo que dice cuando no le preguntan lo que uno
espera. Y todavía menos cuando uno no escucha las preguntas que no espera y las
despacha con poca atención… Es en ese momento cuando el periodista descubre la
perla entre tanta morralla, y el periodismo obra su milagro cotidiano de contar
algo nuevo.
Ambas opciones son legítimas, la entrevista con mensaje y la
entrevista con noticia. Ambas caben en los medios, pero una es más producto de
la comunicación y la segunda pertenece más al mundo del periodismo.