Es curioso que en la era de la información del "todo a cien", como aseguran algunos, el periodista sea más responsable que nunca ante sus actos. Cualquier apellido que se deslice más allá de una inicial puede tener consecuencias una década después, o toda unavida, depende de... ¿de Google? ¿del medio de comunicación que difundió la noticia?... He ahí el dilema. ¡Y vaya dilema!
Lo he vivido de cerca. He conocido un caso así Y realmente no sabes qué hacer. Sólo la firmeza en que el banco de datos de un medio de comunicación no es una ficha policial es lo que sostiene la negativa a borrarlo. ¿Pero y el final de cada historia? ¿Acaso todo se acaba cuando se convierte en noticia? Y cuando regresa la normalidad...¿Es eso también noticia?
Milagros Pérez Oliva lanza inteligentemente el reto:
"Deberíamos extremar el cuidado en el tratamiento de los datos privados de las personas que aparecen en las informaciones. Y, desde luego, deberíamos poner fin a la tolerancia con que permitimos ciertas carencias en nuestro trabajo, como la de no hacer siempre un seguimiento de las noticias que publicamos. ¿Es lícito que publiquemos a cuatro columnas que alguien ha sido imputado y nunca informemos si ha sido condenado o absuelto? Deberíamos establecer normas al respecto"
Pues ahí queda eso.
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